Opinión-. Llevo la mayoría de mi vida relacionado con el negocio
naviero, conociendo detalle a detalle la realidad de ese enorme Mar Caribe que
baña las costas venezolanas, y he observado como desde hace muchos años desde
Miraflores se tejió una red de alianzas comerciales con las pequeñas naciones
del Caribe, las cuáles hoy se vienen a pique.
La punta de lanza de esos pactos
comerciales fue el llamado Caricom plataforma económica creada por Hugo Chávez,
con un importante impacto geopolítico y diplomático que le permitió mantener
dominado a un grupo fundamental de votos en la OEA, impidiéndose así, por
muchos años, cualquier resolución en su contra.
Sin embargo, aquel tiempo que el
petróleo venezolano navegaba por doquier llegó a su fin, ya las islas del
Caribe disfrutaron de las bondades de un crudo a precio de gallina flaca y de
paso fiado, ya recibieron el apoyo en la construcción de carreteras,
hospitales, aeropuertos, plantas de gas y muchas cosas más que le quitaron a
los venezolanos.
Ahora, el Caribe está cerrado
para Nicolás Maduro. Y lo cerraron los gringos; la administración de Donald
Trump emprendió un lobby diplomático y de presión internacional que hizo que
las naciones del Caribe le hicieran el "fó" a Miraflores y
reevaluaran sus prioridades entre Caracas y Washington.
Las repúblicas del Caribe ya no
compran petróleo venezolano, ya han marcado distancia y se han reagrupado,
quieren lavarse la cara y sus manos para no verse involucrados con lo que
acontece en Venezuela.
A tal punto han llegado que ahora
votan diferente en la OEA, ahora emiten comunicados criticando la violación de
los Derechos Humanos en Caracas y emitiendo cada vez opiniones más fuertes en
contra del sistema político venezolano.
Como dice el viejo refrán
"cría cuervos y te sacarán los ojos". Las islas del Caribe, salvo
Cuba que sigue pegada de la ubre marchita venezolana, se han separado de los
antiguos acuerdos, han decidido crear tienda aparte y no pelear con los Estados
Unidos, esto ha ocasionado que Miraflores esté más preocupado en buscar
alianzas más lejanas, como en el Medio Oriente y en Europa del Este.
Además, el Caribe se encuentra
cerrado para Maduro por la decisión de la Casa Blanca de bloquear cualquier
envío de gasolina o insumos para la industria petrolera destinado a Venezuela.
Con enormes embarcaciones de
guerra, y con apoyo de otras potencias de Europa, los Estados Unidos dicen:
"aquí no pasa nada", lo cual es un golpe duro para el modelo político
y económico de Venezuela.
Sin duda, ya los tiempos
cambiaron, la vía rápida del Caribe se encuentra bloqueada, y Caracas no ha
hecho nada por defender la salida venezolana al Atlántico, permitiendo que
Guyana siga avanzando en su expolio al territorio nacional.
La debilidad económica venezolana
ha sido, a lo largo de estos 20 años, que basó su estrategia en una economía de
puertos, en Miraflores pensaron que los precios del petróleo jamás iban a
derrumbarse, pensaron que los gringos no iban hacer nada, más allá de condenas
verbales, y, como podemos ver, en ambas cosas se equivocaron.
Al agotarse el dinero, al verse
enfrentados con una administración de la Casa Blanca que no cree en pajaritos
preñados, al verse despojados de los aliados del Caribe, en Miraflores tienen
que jugársela con lo que tienen y con lo que puedan, y su capacidad de lograr
una solución a la crisis venezolana, durante o post-pandemia, es prácticamente
nula, debido a que no poseen los apoyos suficientes para rehabilitar el sistema
económico venezolano, y esta es su realidad innegable.
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