jueves, 8 de abril de 2021

Rostro humano de la economía / Por Williams Caballero

 

Opinión-. Quienes nos interesamos por los temas económicos a veces nos perdemos en estadísticas, balances, cifras, tendencias y estimaciones, y olvidamos los efectos humanos de las medidas que se toman a escala financiera, económica o monetaria.

Y, si algo he aprendido en mi vida es que las decisiones económicas tienen un inmediato impacto en la sociedad, y en la vida diaria de los ciudadanos.

Sí de algo hemos podido aprender, en estos largos 20 años de reveses y errores económicos, es que las malas decisiones económicas terminan midiéndose en estómagos y neveras vacías, en número de desnutridos, desempleados y de venezolanos que emigran en búsqueda de una mejor vida.

Cuando hablamos de números no podemos olvidar los miles o millones de rostros humanos que se verán afectados, negativa o positivamente, con las acciones que se lleven a cabo o con las omisiones que se hagan. Nunca podemos dejar de un lado las consecuencias humanas de las iniciativas económicas.

La vez que, quienes han gobernador al país por más de 20 años, decidieron devaluar el bolívar para aumentar el flujo de caja nacional, no se detuvieron nunca a pensar lo que esto significaría para millones de venezolanos que perdieron el valor real de sus ahorros y de sus ingresos. Cuando se tomó la determinación de la reconversión monetaria jamás se preguntaron ¿cómo repercutirá esto en la vida del ciudadano común?

A quienes han dirigido la economía del país le ha tenido sin cuidado los efectos de sus posiciones.

Las medidas tomadas en estas dos décadas han obviado todas las formas y maneras al ciudadano, a pesar que el discurso ha estado enfocado en “el pueblo”, la verdad que se han ocupado poco en el resultado humano y social de sus medidas. Pura retórica popular y mucho fiasco económico.

El reto de Venezuela, para los próximos años, es el de diseñar una política económica que sea compatible con el desarrollo social. Y esto, sí es plenamente posible; además, es el camino que le queda a un país devastado por 2 décadas de errores, radicalismos y dogmatismos.

Aunque coincido con aquella frase del expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, quien dijo que “el mejor programa social es un buen trabajo para el pueblo”, no es menos cierto que la situación país nos obliga a desarrollar canales de apoyo social y humano para los venezolanos, debido a que la economía está en un estado paupérrimo y necesitará de mucho tiempo para su plena recuperación.

Creo que un país donde existan fuentes de empleo estables y bien remuneradas, donde existan condiciones para la inversión y el desarrollo económico privado, ya sea en pequeña, grande o mediana escala, en un país donde las oportunidades estén servidas y que el Estado se ocupe de lo que tienen que ocuparse, entonces, solo entonces, veremos felicidad en la población.

Creo que la felicidad de una sociedad no se encuentra en múltiples programas sociales, por muy buenos que éstos sean, la felicidad está en una sociedad segura, trabajadora, que se desarrolle a sí misma y que genere producción, trabajo y progreso. Por aquí van los tiros.

¡Se tenía que decir y se dijo!

 

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