Opinión-. Los gobiernos del mundo enfrentan el gran desafío de
gestionar las políticas públicas de emergencia, en medio de la pandemia del
Coronavirus, sin que sus acciones o medidas violen las garantías
internacionales alrededor de los Derechos Humanos.
Hemos visto, tanto en regímenes
democráticos, autoritarios y autocráticos, como se ejecutan ciertos vicios que
atentan contra los derechos fundamentales del hombre. Lo que causa alarma entre
la sociedad mundial.
Sabemos que la actual pandemia es
un peligro para la forma de vida globalizada, hiperconectada y multipolar que
se ha construido a lo largo de los últimos años, e inclusive la urgencia de
medidas de prevención pudieran estar afectando los derechos de los ciudadanos.
Los gobiernos del planeta deben
trabajar en dos frentes paralelos. El primero de ellos, es en la lucha
permanente en contra del Covid-19 y otra en el evitar los propios excesos que
se pudieran exteriorizar en el proceso.
He aquí, donde la participación
del ciudadano toma un rol protagónico. Las sociedades no son convidados de palo
en esta crisis, sino que deben ser parte esencial en la construcción de
soluciones. Por ejemplo, el gobierno del país que sea debe apoyarse en un
equipo meritocrático, donde los mejores sean invitados a trabajar unidos.
Los gobiernos no deben politizar
una crisis como ésta y deben ser cada vez más transparentes en el manejo de la
información y más abiertos a la hora de recibir las percepciones de las fuerzas
vivas de esa sociedad que está a merced de la enfermedad.
Lo ideal es que la academia de
medicina que reúnen a estudiosos más importantes, los centros de análisis e
investigación científica sean parte de los equipo de lucha por la salud de los
ciudadanos. La sanación de la ciudadanía no se logra con discursos políticos,
sino con acciones médicas y de expertos en bioanálisis, epidemiología y
bacteriología.
Igualmente, es recomendable que
los gobiernos tengan la opinión permanente y activa de abogados especialistas
en Derechos Humanos, quienes son los más idóneos para encender las alarmas
cuando el Estado sobrepase sus limitaciones y emprenda actividades que vulneren
los derechos de las personas.
Los gobiernos deben aprender a
escuchar. ¡Sí! A escuchar la voz de los médicos cuando de temas de salud se
trata, escuchar a los abogados y especialistas en Derechos Humanos cuando se
estén tomando acciones que pudieran socavar a los ciudadanos, y sobre esto
escuchar la voz de la sociedad civil y comprender lo que cada ciudadano siente
y padece desde su perspectiva.
La solución a la crisis de salud
mundial, a la par de sus consecuencias económicas y sociales, solo tienen dos
vacunas posibles. La primera es el entendimiento de los Gobiernos sobre el rol
de apertura que deben asumir en este momento, y dos la comprensión de cada
ciudadano de la importancia de su voz, de su óptica y de su participación.
Mientras más abierto sea un
gobierno más fuerte será para enfrentar una crisis; y mientras más
participativo sea una sociedad, más energía y cohesión tendrá para vencer las
emergencias.
Ing. María Alejandra Malaver Bellorín
/ @malemalaver
Junta Directiva Nacional del CIV y Presidente de la ONG Gente y Ciudad
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