Mucho se ha
dicho de los encuentros que se están sosteniendo en Noruega entre los
representantes de la usurpación y quienes son voceros de la Asamblea Nacional
legítima y de la presidencia interina de Juan Guaidó. Y todo lo dicho hace
mella en la cohesión de los demócratas.
Voces van y
voces vienen, radicales que desconfían de los diálogos y quienes sentimos
confianzas en las decisiones que viene tomando el presidente Guaidó.
Y, ¿cómo juzgar
a los críticos de los diálogos? En verdad ellos tienen razones para dudar de
Nicolás Maduro y sus llamados a diálogos, porque en el pasado todos han sido
utilizados para ganar tiempo y menoscabar las posibilidades de éxito de las
acciones emprendidas por los sectores democráticos de la nación.
Sin embargo,
también existen innumerables razones por la cuales confiar en Guaidó. Él ha
logrado lo que nunca pudimos en 20 años, tenemos a una tendencia democrática
sólida y con mayor cantidad de aliados en el exterior.
Le hemos ganado
la partida diplomática a Maduro quien se encuentra cercado y humillado en lo
que se refiere al debate internacional; la asfixia económica, debido a las sanciones
internacionales, tienen a los usurpadores entre la espada y la pared.
¿Antes de Guaidó
habíamos tenido semejantes éxitos? ¡Nunca! Gracias al liderazgo fresco,
renovador, dinámico y activo de éste joven diputado se han abierto caminos que
anteriormente eran inimaginables.
Entonces, ¿qué
ocurre en Oslo? Como lo ha dicho el presidente Guaidó se están agotando todas
las vías necesarias para alcanzar el cese de la usurpación, y las reuniones en
Noruega están orientadas a definir el cómo y cuándo Maduro hace entrega formal
de la Presidencia de la Nación.
Confiemos en
Guaidó, él está claro. La lucha es hasta que la democracia sea restituida en el
país y la usurpación sea cosa del pasado. La lucha es hasta que tengamos un país
realmente soberano, libre y con la posibilidad de ser recuperado económica,
social y políticamente.
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